Corresponde a la reproducción de lo dicho o pensado por otro o por uno
mismo no de forma literal, sino como una oración subordinada que actúa como
complemento del verbo principal:
Me miró fijamente y dijo que nunca
había imaginado que fuera pérfido; María pensó que no era a ella a quien
prefería; Al verlo me dije que seguramente había suspendido el examen. (Se le denomina también cita indirecta o discurso
indirecto.)
El narrador cuenta la historia.
El diálogo en estilo indirecto alude a lo dicho por
los personajes desde el punto de vista
del narrador; no se ajusta a los enunciados textuales.
La importancia es concebida a las palabras y
pensamientos de los personajes.
A diferencia del estilo directo, en el indirecto no se
utilizan comillas ni ninguna forma especial de presentación, pues no se trata
de cita directa, es decir, con las palabras pronunciadas o pensadas, sino de un
resumen de lo que otro dice o piensa.
El narrador no reproduce la propia forma de expresión
del persnaje, sino que subordina el discurso de éste al suyo propio.
Normalmente, entre la oración principal y la subordinada suele haber un nexo,
que en general es que.
EJEMPLO:
“Él se acercó a ella, lleno de
incertidumbre. Sabía que la amaba y
que jamás la habría dejado. Pero su corazón también se desgarraba por su esposa, por sus hijos.
Su decisión era inquebrantable: tenía que abandonarla para siempre”.
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“Andrés se puso de pie violentamente. Todo el mundo
parecía haberse unido en contra suya, su abuela, don Emiliano, Carlos,
Estela, cada palabra se transformaba en un latigazo en sus zonas más
sensibles. Se apoyó a la ventana, mirando el jardín y la noche reciente de
afuera. ¡Quería pensar, pensar!¿Pero de qué iba a servirle ya?¿No estaba todo
perdido?...”
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